«Algunas veces el miedo es la respuesta más apropiada»

-De la película animada “9” del año 2009-

La incertidumbre y la desesperación nos cubren y las principales víctimas son los niños y adolescentes, no es de sorprender que sean las mentes más jóvenes las que más sufren en estas épocas extrañas.

Una colaboradora de este medio pasó por las penurias de ser un caso sospechoso de COVID-19, estuvo internada en el hospital, completamente aislada, sin celular o algún otro medio, sin forma de comunicarse con nosotros o para el caso con sus seres queridos; En una escenario que a nosotros nos llevaba incluso al “sospechosismo”, porque ni su familia sabía cuál era su situación.

Todo empeoró cuando la familia nos informó que a ellos les habían dado los resultados negativos por COVID desde los primeros 4 días a partir de que la internaron, sin embargo, una semana después todavía no la daban de alta y cuando nosotros quisimos investigar nos dijeron que las pruebas aún no habían llegado.

Muchas cosas pasaron por mi cabeza, ¿Nos están Ocultando información?, ¿Le mintieron a la familia?, ¿estarán maquillando los datos?

La única certeza que teníamos era que nuestra colaboradora seguía internada como sospechosa de COVID-19 y por lo tanto, de salir positiva la prueba, probablemente nosotros también podríamos ser portadores de la enfermedad.

Dos días después la daban de alta y la posibilidad de aclarar las cosas por fin llegaba y muchas de mis preocupaciones tuvieron el sosiego que desesperadamente necesitaban.

1.- La internaron porque tuvo síntomas muy fuertes de una enfermedad respiratoria que afortunadamente no era el COVID y sin embargo tuvo que quedarse internada porque se sentía terriblemente mal, un mucho por la enfermedad y un poco por la preocupación.

2.- Ciertamente le dieron los resultados negativos a los primeros días de que la internaron, pero al haber estado en la misma sala con otras personas sospechosas, fue necesario hacer una segunda prueba, de cuyos resultados fueron los que a mí me informaron que estaban esperando.

3.-Según el dicho de nuestra colaboradora, quién por cierto ya lo hizo público, la trataron muy bien durante todo el tiempo que estuvo internada, hecho del cual se siente profundamente agradecida.

He aprendido mucho gracias a esta experiencia, he aprendido que se puede confiar en el sector salud, que por lo menos, tienen las mejores intenciones y que actúan conforme a lo mejor de sus capacidades y aptitudes; pero también he aprendido que tienen sus limitaciones, como todos las tenemos, y que deben actuar con cautela y con reserva para no causar pánico entre la población.

Proliferan en las noticias casos de individuos e incluso grupos de personas que atacan al personal que porta cualquier uniforme del sector salud, o que no les quieren prestar servicios como transporte, alimentación, etc.; me parece aberrante, tan surrealista que lo único que puedo decir es “Me dueles México”, y creo que nunca pudo ser tan apropiado, “no te debes pelear con la cocinera”, “no pateas la canasta de las tortillas”,  y por lo tanto no debes ni puedes agredir a las personas que se encargan de cuidar la salud de todos nosotros, aun exponiendo la suya y la de sus seres queridos.

Durante la madrugada me tocó tranquilizar a una chica que se veía angustiada (o por lo menos así escribía)

Preguntaba

-¿Por qué no informan los nombres de las personas sospechosas?-

R: -No tenemos esa información por seguridad de los pacientes.

-¿Por qué no informan por lo menos de que comunidades son los pacientes? para cuidarnos-

Pensé un poco qué contestarle, cómo hacer que entendiera, no solo que no es posible que nosotros obtuviéramos esta información, pero al mismo tiempo darle los motivos de esta imposibilidad, espero haber hecho lo correcto y espero que si usted amable lector,  también lo aquejan estas dudas le pueda ayudar mi punto de vista.

R: -Imagina que tú eres de una comunidad, y tú o alguien de tú familia enferma de lo que sea y lo tienen que trasladar al hospital, ¿te gustaría que nosotros diéramos a conocer que en tal comunidad hay una persona infectada, para que luego algún loco les fuera a rociar cloro a ti o a tu familia? o peor aún, que el pueblo completo los quisiera correr para “prevenir”-

¿Estoy imaginando cosas que no son?, si los mexicanos somos solidarios, comprensivos, cooperativos y buenas gentes… y sin embargo en México vemos personas rociando cloro a las enfermeras, agrediendo a médicos y tratando de echarlos de los edificios donde viven, queriendo agredir y ahuyentar a una familia completa incluyendo niños y ancianos, solo porque son de nacionalidad China.

Tristemente he aprendido también que esta pandemia puede sacar lo mejor y lo peor de nosotros, busca en los resquicios del alma y nos convierte en victimarios, en incomprensivos, en antisociales, en desquiciados intolerantes, tal vez no a todos, posiblemente no todo el tiempo, pero no vale la pena arriesgar.

Hay veces en que la única respuesta apropiada es el miedo, pero no puede ser ahora, muchas vidas dependen de que sepamos escuchar y ser pacientes, debemos ser disciplinados, debemos acatar las recomendaciones, no es un juego, nuestras vidas están en riesgo, el mundo completo como lo conocemos está en riesgo.

Me sorprende mucho que aún haya personas que creen que todo es mentira, una confabulación de la “mafia mundial del poder”, cuando vemos todas las personas que están muriendo víctimas de esta enfermedad; -que fueron los chinos-, -no, fueron los gringos-, -los rusos-, últimamente, -la culpa es Bill Gates o los italianos-, ¿a qué economía podría convenirle lo que hoy estamos padeciendo a nivel mundial?, ¿Quién podría ganar destruyendo al planeta?.

Si existe un culpable o no, es irrelevante, aquí está la enfermedad y sus consecuencias, dejémonos de patrañas y busquemos la forma de cuidarnos a nosotros mismos, antes de que sea demasiado tarde.